CAPITULO 6
Estado e Iniciativa privada
6.1
El estado y el ciudadano
La
economía europea desde un punto de vista de estructuras productivas
es el resultado de aunar una visión librecambista y una visión
mercantilista que permitieron el surgimiento de la estructura
industrial moderna. Hay momentos en que una de estos cuerpos
doctrinales parece eclipsar al otro, pero en un movimiento pendular,
se regresa a los postulados que anteriormente se desechaban.
Evidentemente
la realidad es más compleja de los que las grandes teorías intentan
sistematizar. Así ninguna estructura económica subsiste a largo
plazo sin el espíritu emprendedor que genera el impulso empresarial
pero tampoco sin el control interno y externo que permita
materializar la producción. No es posible un marco económico fiable
sobre el exclusivo imperio de las leyes del mercado de igual manera
que no lo es con una visión exclusivamente estatalistas donde la
reglamentación y el Estado imposibiliten el desarrollo de la
energía transformadora del individuo.
El
propio sentido reglamentador de las teorías Estado-mercantilistas
acaban deteniendo el sistema por el movimiento centrípeto que anula
cualquier expansión creativa, cualquier riesgo emprendedor, y el
sentido anti-reglamentador de las teorías del Empresario-liberalismo
acaban imposibilitando una estructura estable por el movimiento
centrifugo que estas generan provocando crisis y desestructuración
del sistema.
De
hecho las grandes escuelas de pensamiento económico desde la Escuela
de Salamanca no hacen más que moverse entre estas dos fuerzas que
generan en su lucha dialéctica el pensamiento económico europeo. El
interés del grupo frente al individuo y viceversa. Muchos de las
grandes escuelas económicas no hacen nada mas que remendar los
fallos que en la economía produce su opuesta. Y es precisamente
alcanzando su éxito como llegan al fracaso. Ya que toda la
estructura social esta basada en la necesaria unión entre estas dos
fuerzas opuestas que en si generan la historia de la humanidad y muy
particularmente la historia económica europea de los últimos 500
años.
Es
por ello que es necesario aunar y refrenar el poder del individuo
dentro de una política de Estado que permita alcanzar objetivos
colectivos. Una política económica nunca puede se la ausencia de
una política económica Ni una empresa puede existir con la ausencia
del espíritu innovador y creativo del individuo.
Hay
que dotar a la Unión europea de los cauces que aseguren un
beneficioso discurrir de las aguas empresariales hacia un futuro de
progreso social y libertad individual.
El
futuro se genera por los pulsos individuales encaminados a una
proyección colectiva y el éxito o fracaso de las sociedades se basa
en la capacidad de incardinar estos dos elementos. Sin una proyección
colectiva es imposible proyectar un futuro viable y sin la
participación de cada uno de los individuos que conforman este
colectivo es imposible llevarlo a cabo.
Así
pues desgranaremos estos proyectos o grandes retos de futuro.
6.2
El Estado y el Libre Mercado
El
sistema de economía de libre mercado se basa en la premisa que todos
los ciudadanos son libres e iguales lo que les permite desarrollar
una saludable y libre competencia entre ellos que permite el
desarrollo de la economía y la sociedad.
Pero
esto cuando lo tamizamos por el filtro de la realidad desvirtúa esta
aseveración puesto que ni todos los individuos son iguales ni todas
las sociedades son iguales ni todas alcanzan los mismos grados de
libertad.
Desde
la aparición del Estado liberal este tiene como fundamento la
consecución de al menos un cuerpo teórico legal que asegura la
misma posición de los individuos frente a la ley y delimitar el
grado de libertad de cada individuo frente a la sociedad. Es pues un
elemento regulador que salvaguarda los derechos de la colectividad
frente al individuo y los del individuo frente a la sociedad.
Ese
Estado no tenia una concreción universal si no muy al contrario
tenia un ámbito localizado y bien delimitado y va unido a la
aparición de los estados nación. Es decir un marco geográfico
donde regia este cuerpo jurídico.
Este
estado se tuvo que dotar de los elementos para la defensa de este
orden jurídico determinado por la voluntad popular y con ello la
aparición de un estado que intervenía tanto administrativamente en
el control de los erarios públicos necesarios para mantener este
orden de cosas, así como en el desarrollo de políticas de
infraestructuras y políticas sociales que permitiese regular los
desequilibrios existentes. Es decir a los valores de libertad e
igualdad se le añadió el de fraternidad o solidaridad entre los
ciudadanos de un estado nación.
Así
pues el Estado Moderno no solo participo estructurando las relaciones
sociales entre individuos si no que además empezó participando de
forma muy activa en el desarrollo económico y por lo tanto en la
economía de un país. Esto se realizo o bien de forma directa o bien
a trabes de la concesión y apoyo de los sectores privados para el
desarrollo de ciertos planes mediante sistemas de concesiones
administrativas, expropiaciones, o apoyos públicos.
Así
pues una economía basada exclusivamente en las leyes del mercado es
una falacia De hecho el mercado es un sistema de co-relación social
que lo que persigue es satisfacer las necesidades del individuo y de
la sociedad y en el momento que se abstrae de estos objetivos el
sistema económico entra en crisis.
De
hecho las grandes crisis son producto de la desconfianza que el
individuo y la sociedad en su conjunto tiene respecto a las
perspectivas de futuro. Ello se debe a que el sistema pierde el
sentido último de satisfacción de las necesidades del colectivo y
genera un movimiento puramente coyuntural que tiende a la
especulación y el descontrol.
El
equilibrio se restablece cuando los Estados modulan las medidas
correctivas que vuelvan a fijar un estado de confianza e incluso
muchas veces tienen que poner en juego la capacidad económica de la
que están dotados como representación de una estructura social
para poder reactivar una economía basada en un nuevo reparto, un
nuevo plan o unos nuevos objetivos sociales.
Por
contrapartida cuando el Estado lo mediatiza todo y refrena la
capacidad de los individuos para sentirse parte activa de la
estructura económica y como agentes libres de la actividad
productiva, la capacidad de creación e innovación se refrena y
acaba refrenando la expansión de la economía...
Estos
Estados intervencionistas, acaparadores de los sectores productivos,
excesivamente dirigistas, acaban con la libre iniciativa y producen
una paralización de la actividad económica y por lo tanto del ágil
desenvolvimiento de la sociedad en su conjunto.
Y es
de este movimiento dialéctico entre la sociedad y el estado, entre
el individuo y la sociedad y entre el Estado y el individuo de donde
surge la dinámica que permite que sean cubiertas tanto las
necesidades presentes como la planificación de las futuras y la
superación de los retos y dificultades que se producen en el
desarrollo de las sociedades.
Ese
imposibilidad de participar en la contracción del futuro con sus
capacidades individuales, la paralización de la capacidad de los
individuos a poner su valer y competencia para la consecución de una
empresa, la visión de un ciudadano paciente y no agente de la
sociedad esclerotiza y lleva al declive económico de las sociedades.
Esta
visión del Estado omnipotente y omnipresente crea un ser humano
receptor de impulso social restando a la sociedad la energía
innovadora que cada ser humano debe aportar para construir un futuro
mejor para todos.
Cada
individuo no debe solo buscar de la sociedad el cubrir sus
necesidades: la demanda; sino que debe de participar también en la
participación con su esfuerzo en cubrir las necesidades de los
demás: la oferta.
6.2
El Estado y la regulación del la competencia
Si
admitimos el papel regulador del Estado en la estructura económica
debemos pues definir cual es el papel arbitral que este debe
representar en el libre juego de la competencia tanto internamente en
el marco de su soberanía nacional como en la esfera internacional.
Desde
un punto de vista interno lo primero que se debe de encargar que las
reglas de juego sean cumplidas por todos los agentes que intervienen
en una misma actividad económica. Es decir que todas la empresas y
todos los trabajadores cumplan unos mínimos regulados por la ley que
permita la libre competencia en un clima de respecto social y
protegiendo los derechos individuales de cada ser humano.
Sin
esa regulación y ese control por parte del Estado como elemento
arbitral lo que estamos favoreciendo no es la competencia necesaria
para el desarrollo y crecimiento de la actividad económica si no el
triunfo de mala lid de aquel competidor que no acata las leyes del
juego.
Más
aunque todas las teorías económicas capaces de sobrevivir asentadas
en la realidad y sin cariz utópico bendicen la competencia la propia
esencia de la misma tiende a llevar esta a su máxima expresión es
decir la aniquilación del competidor como forma más eficaz para
alcanzar el triunfo del ser humano.
La
competición en cualquier disciplina deportiva se basa en el
cumplimiento de unas reglas o códigos que el atleta no puede saltar
para obtener la victoria y para ello en cualquier deporte existen uno
o varios jueces que velan por el acatamiento del reglamento.
Así
es necesario que ocurra en la disciplina de la producción económica
.En esa buena lid permitiremos el triunfo del mejor y además
estimular el espíritu de emulación y por lo tanto la mejora de
todos los elementos que participan en la competición.
Desgraciadamente
no ocurre esto en grandes sectores de nuestras economías donde, las
actuaciones seudo-monopolísticas, cuando no abiertamente
monopolísticas, las concesiones administrativas, los juegos salvajes
en Bolsa, la especulación financiera más feroz, acaban rompiendo y
poniendo en riesgo el fin último de cualquier economía :
satisfacer las necesidades de los ciudadanos que las soportan.
La
revolución industrial no basa su estructura económica en el
enriquecimiento de una minoría, si no al contrario cubrir de una
forma más eficiente las demandas de todo tipo que el progreso de los
pueblos que la comenzaron exigían. Entendiendo como progreso una
huida de la esclavitud, la oscuridad y la miseria en pos de la
libertad la luz del saber y unas condiciones de vida cada vez
mejores que permitiesen un desarrollo espiritual y material del ser
humano.
Consecuencia
de esta producción encaminada a la masa es la producción masiva y
consecuencia de ello es la capacidad de concentrar cada vez en menos
manos grandes capitales y el enriquecimiento de ciertas minorías.
Pero esta concentración de poder y sus ramificaciones en rodas las
estructuras económicas y políticas impide la idea primigenia de la
competencia como dinamizadora del desarrollo tecnológico y
productivo. Seria como si en el boxeo pusiéramos a combatir a
cualquier púgil sin importarnos peso, sexo o edad.
Aquí
es donde el Estado democrático ,entendido como expresión de la
voluntad popular, debe de actuar; reglando , arbitrando y promoviendo
todas aquellas políticas encaminadas a sostener una economía de
libre mercado que anime la superación a través de la competencia.
6.3
La Familia, la Propiedad Privada y el Estado
Posiblemente
quien mejor haya comprendido la estructura del sistema productivo
capitalista haya sido Marx. Su análisis mecanicista del proceso es
acertado en cuanto a su estructura y desarrollo. Pero su gran fallo
es, que visto que este sistema altamente competitivo tiende a la
concentración y por lo tanto a la parálisis ya que acaba con su
propia dinámica, no queda más remedio que destruir las estructuras
sociales, políticas y económicas que lo soportan. A saber la
capacidad creativa de la individualidad, la beneficiosa acción de la
competencia y el dulce bálsamo que significa la libertad.
De
hecho la mayor parte de las economías que de forma radical se
apoyaron en estas premisas marxistas más o menos fielmente llevaron
a un colapso. No es ello óbice, a fuerza de ser objetivo, para
reconocer que los saltos que se produjeron desde un punto de vista
social y económico en ciertos países que siguieron estas doctrinas
económicas.
Cualquier
proyecto que no se asiente en la sociedad como eje central y que no
conciba esta misma como una suma enriquecedora de individualidades no
será capaz de conducir a la humanidad a un futuro de prosperidad y
desarrollo.
Es
de esta manera que el sistema del futuro no se puede ya analizar como
capitalismo versus comunismo o lo que es lo mismo Sociedad de libre
mercado frente a economía estatalizada. La capacidad creadora de la
libre iniciativa unida al potencial inversor y planificador del
estado puede tener reditos que trabajando de forma excluyente no se
consiguen.
Si
hemos analizado los perjuicios que en la economía y por ende en la
sociedad produce un sistema socio productivo basado en un liberalismo
desprovisto de la regulación estatal y sus efectos en la propia
estabilidad de la economía, ahora toca el ver como un estado
omnipresente y omnímodo lleva a la anulacion del impulso individual
y a una apatia del individuo que se transluce en una apatia de la
sociedad como agente de su propio futuro.
Mientras
estos estados alcanzan unos minimos de progreso social y economico la
maquina puede funcionar, el problema surge cuando se alcanza un
minimo nivel de vida y se entra en una nueva dinamica que hace que
se comienza a repudiar y temer un sistema en el que los individuos
no se sienten participes de la vida social y economica en su proyecto
vital si no muy al contrario como pacientes engranajes de una
realidad que les trasciende.
En
marxismo plantea que la propia dinámica del capital tiende a la
concentración de este en cada vez menos manos y que esto produce de
hecho un empobrecimiento de la población en general. La solución es
pues simple se trata de arrebatar el poder a esta superestructura
capitalista y ponerlas en manos de aquellos altruistas que están
dispuestos a utilizarla para ponerla al servicio del Pueblo. Es decir
de hecho no da solución alguna al capitalismo sino lo que pretende
es usurpar el poder.
Pero
se ve avocado al mismo fin que prevé en manos de sus creadores.
Ambos olvidan que la base misma de la Revolución Industrial no esta
en la estructura del mecanismo capitalista ya que en el fondo es la
necesidad de progreso de los pueblos su fuerza vital.
El
intentar construir una estructura social opuesta al deseo de cada ser
humano de pertenecer a una familia, un clan, una religión, o un
sentir nacional aparte de inútil es estúpido. Solo con la
aceptación de una mayoría de voluntades se puede establecer una
forma de organización social. Y esta integrara a un mayor número de
seres humanos en la medida que menos excluyente sea con ellos.
No
se puede acabar por decreto ley con aquellas formas que son producto
de la de la realidad que envuelve al individuo. Son los seres
individuales quienes funcionando en simbiosis con el resto de seres
que forman una colectividad los que crean y destruyen las pautas que
hacen evolucionar la civilización.
Es
pues de un sentimiento de colectivo humano de alcanzar el bien
común,”el comunismo”, como se forjo y tuvo apoyo el Nuevo
Régimen: un pueblo libre formado por individuos libre e iguales en
busca de un futuro mejor para todos.
Socialismo
y liberalismo son en realidad las dos caras de la misma moneda o
mejor expresado dos planteamientos para solucionar los retos que la
caída del Antiguo Régimen produjo. Nuestra realidad europea es el
resultado de esta aplicación de los derechos igualitarios de cada
individuo como integrante de una comunidad y el derecho individual de
cada ser humano para participar en la construcción de su futuro y de
sus semejantes.
Al
igual que los dos polos de una pila hacen mover un motor de esta
manera los derechos de la colectividad y los derechos del individuo
en una sociedad moderna no resultan esfuerzos antagónicos si no
energías que conjuntamente nos ha llevado a alcanzar el alto grado
de desarrollo humano, tecnológico y económico.
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